Para que se produzca el efecto placebo, es necesario crear una red de razonamiento que pueda provocar imágenes en el otro, las palabras deben tener sentido en relación con su mundo interno…
Más importante que preocuparse por evitar enfermedades es buscar la salud; tanto del cuerpo como de la mente. Alimentación saludable y buenos pensamientos. Cuando tenemos un sistema inmunológico fuerte, creará las paredes protectoras contra muchas de las bacterias, virus o enfermedades autoinmunes y somáticas. Cuando tenemos buenos pensamientos, vivimos con equilibrio emocional y placer, de la misma forma la mente estará protegida, no desarrollando problemas emocionales ni enfermedades psicosomáticas. Los medicamentos combaten las enfermedades; cuerpo y mente saludables previenen enfermedades e incluso brindan salud.
La imaginación, nos parece, siempre ha sido el gran motor, que a lo largo de los siglos ha producido enfermedad y cura, miedo y coraje, amor y odio. La imaginación es la transformación de nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones en imágenes. La imagen que hacemos, procedente de los cinco sentidos; imágenes que nos paralizan o conmueven. La imaginación también parece ser uno de los primeros modelos hipnóticos, utilizado desde los chamanes, que son considerados los primeros médicos. Muchas de sus curas fueron acuñadas en las imágenes que logró sacar de la mente de sus pacientes.
La imaginación está estrechamente relacionada con los efectos placebo y nocebo. La palabra placebo tiene su origen en el latín placere y significa agradar. Mientras que nocebo, que también se origina en latín, nocere y significa dañino o dañino. El efecto placebo se logra imaginando que algo bueno será causado, ya sea por una pastilla, una palabra, agua bendita, zambullirse en una fuente sagrada, embarrarse en una arcilla específica, decir una oración, en fin, que involucre cualquier tipo de creencia. que está relacionado o dirigido a la curación. El efecto nocebo es todo lo contrario, da vuelta a la imaginación de que algo malo va a pasar; que la mayoría de las veces acaba haciéndose realidad, por el hecho de creer. Ya sea una superstición, “plaga”, vudú, pensamiento negativo, frecuentar un determinado ambiente, obras de macumba, entre otras, todo con una creencia negativa.
Todo el trabajo de las personas que pretenden influir en nosotros es hacernos creer que lo que se dice es cierto.
Nada tiene poder sobre mí, excepto yo mismo o con mi permiso. Creer en algo bueno o malo (placebo o nocebo) es abrir las puertas del cuerpo-mente y permitir que la información entre, se convierta en imagen, idea o creencia y ejerza poder sobre este individuo, tanto para la cura como para la enfermedad. Todo el trabajo de las personas que pretenden influir en nosotros es hacernos creer que lo que se dice es cierto. Cuando llegamos a creer, lograrán su objetivo. Es como un virus, estando dentro de nosotros puede multiplicarse rápidamente, ganando cada día más fuerza, incluso sin nuestro consentimiento o percepción. Si es un buen virus, genial, nos contagiará de vida, de salud. Si es malo, proliferan el malestar y la enfermedad.
Para que se produzca el efecto placebo, es necesario crear una red de razonamiento que pueda provocar imágenes en el otro, las palabras deben tener sentido en relación con su mundo interno. Se recomienda crear un estado que haga que la curación sea favorable y probable, haciendo que todo gire en torno al placebo «curativo». Si el placebo es una pastilla, por ejemplo, los datos provendrán del médico o terapeuta, dando información sobre ese “medicamento” en cuestión. Hablando de sus propiedades curativas, los efectos beneficiosos que le brindará al paciente, creando finalmente todo un clima en el que el paciente se siente involucrado y realmente cree en el remedio. Cuanto más se tenga en cuenta su mundo de ideas, sus creencias, mayor será el acceso e impacto en el individuo, además de la relación que se estableció con el terapeuta, que también influye.
Las cosas crudas, como una pastilla, no solo son capaces de provocar efectos placebo o nocebo, sino también ideas. Para el creyente, el hecho de que Dios lo esté ayudando en su curación ya puede ser suficiente para que suceda el “milagro”. Es solo que cuando vemos algo, lo ingerimos o lo sentimos con cualquiera de los sentidos, es más fácil de creer. Normalmente necesitamos algo concreto, más información de la que este concreto es capaz de hacer. Por eso las pastillas, por eso las cintas, las imágenes de los santos, el agua bendita, etc. Ciertamente, las imágenes producen mayores impactos, tanto las que vemos afuera, en el mundo de los sentidos, como las que vemos adentro, en el mundo de las ideas. Una historia será mucho más memorable cuanto más pueda el narrador generar imágenes dentro de nosotros mientras cuenta la historia.
El efecto placebo también puede mirar al pasado en busca de ayuda para aumentar su fuerza. Es el concepto de recuerdos los que provocan estados específicos y en ellos tenemos el aprendizaje. La mente busca algo similar en el pasado y hace una reimpresión, creando el mismo estado de la época en cuestión. Por ejemplo, entonces tendríamos el placebo como estímulo, que provocará un pensamiento curativo. Este pensamiento proporcionará un estado de curación. Con la creación de este estado, se pueden provocar nuevos pensamientos y recuerdos, en este caso por la propia persona o con la ayuda de un hipnoterapeuta. Recuerdos que rescatan otros momentos en los que la persona se curó de una enfermedad.
Que otras personas se curaron de la misma enfermedad, o incluso imaginaban curarte a ti mismo en ese momento. Esto lo puede hacer el paciente o mediante una autoscopia supervisada por un terapeuta. Luego habrá nuevos aprendizajes, como: “esta medicina me curará”, “yo puedo curarme a mí mismo”, “confío en mi cura”, etc. Con esto, tendrás un comportamiento activo hacia la enfermedad, buscando una cura y sintiéndote mejor y más saludable.
Ciertamente, las imágenes producen mayores impactos, tanto las que vemos afuera, en el mundo de los sentidos, como las que vemos adentro, en el mundo de las ideas.
En un estudio, publicado en The Journal of Neuroscience, documentó la liberación en el cerebro de analgésicos naturales, llamados opiáceos. Esto se hizo basándose únicamente en la creencia o actitud mental del paciente de que esto era posible, ya que lo que ingirió fue una pastilla de harina. Esta fue una de las primeras demostraciones científicas de que los pensamientos pueden controlar la materia (neurotransmisores, células). El Dr. Jon-Kar Zubieta dirigió la investigación. Lo que dijo fue que, «cuando existe la creencia de que algo puede suceder, esa creencia en realidad activa sistemas en el cerebro que modifican directamente la experiencia».
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La encuesta se realizó con 14 jóvenes sanos que estuvieron de acuerdo con el experimento. El equipo de Zubieta provocó dolor inyectando una solución de agua salina concentrada en las mandíbulas. Las inyecciones se administraron mientras los sujetos se sometían a tomografías computarizadas (PET). Durante el proceso, se les dijo a las personas que recibirían analgésicos. En cambio, se les dio un placebo. Luego, cada 15 segundos durante las exploraciones posteriores, se les pidió que calificaran la intensidad del dolor que sentían en una escala de 0 a 100.
Después del experimento, proporcionaron clasificaciones de dolor más detalladas. El hecho de que les dijeran que estaban tomando analgésicos permitió a los participantes tolerar más el dolor. Nada más que una creencia, un efecto placebo. Una investigación de esta magnitud creará nuevas concepciones del funcionamiento de la mente y el cuerpo, señaló Zubieta: «hay muchos tratamientos médicos que creemos que son efectivos, pero que en realidad pueden no ser más efectivos que el placebo. Explorar el poder del efecto placebo puede funcionar en aplicaciones terapéuticas positivas. Es deseable mejorar el efecto placebo en determinadas circunstancias, y en otras circunstancias es deseable reducirlo, como en un ensayo clínico «.
Odair Comin | Psicólogo e Hipnoterapeuta |
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